Leyenda del Irupé
Esta hermosa leyenda guaranà viene de los vocablos i que significa agua, ru que significa el que trae, y pe que significa plato. O sea Plato que lleva el agua.
Constituye una de las flores más curiosas de nuestra flora. Con los granos de su fruto, los indÃgenas elaboran un pan muy exquisito.
Yasà Ratá (estrella) habÃa nacido con un pequeño mal incurable; amaba los astros.
Desde pequeña querÃa la Luna y vivÃa para ella. Cuando ésta no aparecÃa en el cielo, Yasà lloraba insomne las noches enteras.
Y cuando el pálido satélite surcaba raudo la inmensidad cubierta de estrellas, la enamorada se vestÃa con las mejores galas, y pasaba la noche entera en celeste idilio con el astro. Entonces era hermosÃsima y la Luna le daba a su rostro un halo sobrenatural.
Asà los dos enfermos se amaron mucho tiempo. Hasta que un dÃa Yasà desesperada de vivir tan lejos de su celestial amante, decidió ir en su busca.
Subió a uno de los árboles más altos y desde él tendió los brazos para que el astro la recogiera. Pero fue inútil. Entonces bajó y trepó a la cima más alta de la montaña y allà esperó el paso de la Luna, pero también fue en vano.
Descorazonada y vencida volvió al valle y allà camino largo tiempo, sus pies desgarrados por las piedras y las espinas, manaban abundante sangre.
En su marcha llegó a un lago de aguas lÃmpidas. Se miró en ellas y vio su imagen reflejada al lado de la Luna. ¡Era el milagro!. Sin vacilar se arrojó a sus brazos, pero la imagen se desvaneció y las aguas se cerraron sobre ella cubriendo para siempre su imposible sueño.
Tupá, compadecido de aquel gran amor, la transformó en Irupé con hojas de forma de un disco lunar y que mira hacia lo alto en procura de su amado ideal. De noche cierra sus pétalos cubriendo las manchas de sangre de sus heridas, pero cuando la Luna aparece, las abre, y todavÃa platica con ella.